Lutero y Calvino, en el siglo XVII, trataron de combatir los errores y excesos del método alegórico. Y aunque no llegaron a elaborar formalmente un sistema de interpretación gramático histórico, consolidaron las bases sobre las cuales el método podría desarrollarse, al realzar la supremacía del sentido literal y presentar objetivamente lo que el autor dejó impreso en las Escrituras. Para lograr esto, tuvieron la necesidad de involucrarse con la lengua del A.T.: el hebreo (Marius, pág. 11).

 

¿Cómo podemos realizar una buena exégesis? ¿Cuáles son las implicancias de toda exégesis veterotestamentaria de calidad? Preguntas que tienen un sin fin de respuestas, pero que, sin embargo, pueden ser contestadas desde el prisma que todo estudiante del Antiguo Testamento debe tener cuando le hace las preguntas correctas al Texto. Estas preguntas no tienen nada que ver con nosotros o con nuestra comunidad, ya que eso es trabajo del Encuentro Hermenéutico, no obstante, las preguntas tienen que estar dirigida hacia las intenciones del autor y los desafíos que estaba viviendo la comunidad receptora. En este caso, debemos preguntarnos lo siguiente ¿Cuál era el motivo original del autor? ¿Qué tenía en mente el escritor cuando estaba escribiendo esto? ¿Por qué el autor usa tal lenguaje y figuras literarias? ¿Cuál es el significado literal o cultural de las palabras en hebreo usadas por el autor? ¿Cuál era la crisis en la situación que se encontraba el autor o la comunidad receptora? Estas preguntas son solo un ejemplo de decenas de preguntas que surgen cuando intentamos ir detrás del sentido original del Texto.

 

 

El manejo del hebreo y el arameo es fundamental para el explorador en las tierras veterotestamentarias. Recordemos que el hebreo (con algunas porciones en Arameo) es el idioma original del Texto Veterotestamentario, el cual pertenece a la familia de las lenguas semíticas dentro de las lenguas Siro-Palestinas. El hebreo es una derivación de los dialectos cananeos y tiene un gran parecido con el Fenicio, no obstante, el hebreo que tenemos en los rollos de Qumrán es el Hebreo Clásico, que al parecer se desarrolló en tiempos de la Monarquía (1050 – 586 a.C)[1]. Ahora bien, en el tema del acercamiento literario y en el Encuentro Exegético, un conocimiento del lenguaje original entrega la riqueza necesaria para que el Texto pueda ser visto en toda su plenitud. Aunque el valor del Texto no se pierde con una buena traducción, entendiendo que toda traducción es de alguna manera una interpretación, el nivel de profundidad que se deriva del uso de las lenguas originales no tiene competencia a la hora de acercarnos al texto de forma directa.

 

 

Los idiomas originales le dan la oportunidad al explorador veterotestamentario a acercarse al Texto Bíblico sin una agenda hermenéutica. En este este caso, el estudiante ya no va delante del Texto Bíblico y le dice lo que el Texto tiene que decir, sino más bien, es el mismo Texto Bíblico el que habla al explorador y le brinda la “objetividad relativa” que necesita para recibir lo que el Texto quiere decirle. Ya no es el explorador bíblico el que le dice a Dios lo que tiene que decir, sino es Dios, a través del Texto Bíblico, quien comunica al explorador el camino por cual debe seguir con su aventura veterotestamentaria.  La forma de abordar el encuentro exegético con una carga interpretativa del explorador se conoce como “Eisegesis”, y aunque de alguna forma el encuentro exegético siempre va a tener un porcentaje de eisegesis, la tarea del estudiante es alcanzar una exégesis limpia y libre de teologías y dogmatismos.  En fin, seguiremos hablando acerca del Texto Hebreo, especialmente de Samuel, en las Unidades del Contexto Textual, sin embargo, por ahora, solo nos queda rescatar el desafío de incorporar el hebreo como una herramienta fundamental en la Tarea Exegética.

 

Una exégesis del Antiguo Testamento es un encuentro con un mundo totalmente desconocido. Este encuentro es una invitación para que todo estudiante y explorador de las memorias registradas de Israel pueda conocer el verdadero sentido que los autores bíblicos quisieron darle a sus escritos en su contexto. Gordon Fee dice acerca de la Exégesis: “… es el estudio cuidadoso y sistemático de la Biblia para descubrir el significado original que tenía…[2]. Por lo mismo, entendemos como “Exégesis” al Método usado para extraer todo el conocimiento que está detrás de un texto en particular. Alrededor de la etimología de la palabra Exégesis existen muchas teorías, sin embargo, podemos usar, en esta ocasión, una de las más famosas, la cual expone que exégesis significa literalmente “extraer el conocimiento”. Por lo tanto, la Tarea Exegética es la osadía que debe realizar todo estudiante veterotestamentario para intentar conocer lo que el Texto dijo en su tiempo. Dicha osadía es un labor seria y responsable que permite al estudiante tener las herramientas necesarias para ir al Encuentro Hermenéutico con la mejor preparación posible.

 

La meta de toda Exégesis es intentar descubrir el significado limpio y claro del Texto Bíblico, y nunca ir detrás de la originalidad[3]. Esta afirmación es necesaria debido a que los nuevos estudiantes de Teología se sienten constantemente tentados a ir detrás de lo novedoso, especialmente para tener algo nuevo que decir frente a la comunidad hermenéutica, no obstante, el estudiante serio debe evitar este camino alterno para encontrarse en el Dios que estás detrás del Texto. Es verdad que muchas veces un trabajo serio exegético va a dar a luz algo nuevo y diferente, pero la tarea exegética debe ir detrás de la verdad y la honestidad que el texto llano nos brinda. Aquí, el estudiante debe concentrarse en el “Texto Mismo” y liberarse de toda la carga que trae consigo y que de alguna forma está constantemente entregándole al Texto sin querer.

 

La carga externa que tiene la exégesis proviene de la formación previa del estudiante en cuanto a su teología empírica[i] o a sus interpretaciones condicionadas por su formación bíblica. A esto se le suma la línea académica o profesional del estudiante que siempre va a entregarle la subjetividad a los Texto Bíblicos de acuerdo con su forma de ver el mundo, donde el científico ve la Biblia de forma metódica, el artista de forma creativa, el abogado desde la perspectiva legal, el profesor desde la formación, el obrero desde la esperanza, etc. Por último, se le añade la carga Denominacional del estudiante el cual muchas veces plantea una mirada dogmática[ii] al tema. En fin, una buena exégesis le provee sentido y coherencia al Texto, libre de toda carga emocional y académica.



[1] ROSS, Allen P. Introducing Biblical Hebrew. Baker Academic, Page 14, 2001.

[2] FEE, Gordon. La Lectura Eficaz de la Biblia. Editorial Vida, pág. 18, 2007

[3] FEE, Gordon. La Lectura Eficaz de la Biblia. Editorial Vida, pág. 18, 2007